31 de jul. 2014

RECUERDOS PARA DEMIAN


Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de leche. Inmediatamente sintieron que se hundían, era imposible nadar en esa masa espesa como arenas movedizas.

Al principio las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente, pero era inútil, solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.

Una de ellas dijo en voz alta:

“No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por este esfuerzo inútil”.

Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez. Siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, quizás más persistente, se dijo:

“Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, ya que la muerte me llega, prefiero ACTUAR hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora”.

Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin  avanzar un centímetro. Horas y horas!
Y de pronto... de tanto patalear y agitar, agitar y patalear...La leche se transformó en manteca.
La rana sorprendida dio un salto, y patinando llegó hasta el borde del bote salvando así su vida.


Jorge Bucay de  “Recuentos para Demian”

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